(...) Tal vez fue algo de la puesta de sol o algún efecto
secundario del té, pero lo cierto es que la pena voló
y no importó ya ni siquiera porqué. Se va, se va, se fue.
Algunas veces, mejor no preguntar, por una vez que
algo sale bien. Si todo empieza y todo tiene un final,
hay que pensar que la tristeza también.
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